The week, the new sunday

 

La sociedad está evolucionando. No me corresponde a mí en este artículo decidir si para bien o para mal, pero lo cierto es que la forma de vida de un ciudadano de cualquier país europeo del s. XIX tiene muy poco que ver con la vida en ese mismo país hoy en día.


Un trabajador decimonónico no entendía de fines de semana, ni de vacaciones. No te cuento ya de bajas laborales o de moscosos.


Por no irnos muy lejos, en España la jubilación data de 1919. Se la conocía como Retiro Obrero Obligatorio y lo instauró el Conde de Romanones. Aunque según qué fuente consultes, puede aparecer Antonio Maura. Ahora, si eres de los de profundizar, quizá el nombre con el que te debes quedar es el de Josep Maluquer y Salvador, el gran impulsor de la Seguridad Social en España. 


Cuál era en aquel entonces la edad de jubilación, te estarás preguntando. Pues bien, la respuesta es 65 años. Y claro, una pregunta lleva a la otra: la esperanza de vida de una persona nacida en 1919, según el INE, era de ¡41 años!

Unos cachondos. Suponiendo que ibas a vivir 41 años, te dejaban jubilarte a los 65.





¿A qué viene todo esto? Pues a que llevo años escuchando que se nos están restringiendo nuestros derechos como trabajadores, que es una vergüenza que nos suban la edad de jubilación a los 67 años o lo más reciente, la reducción de la jornada semanal de trabajo; que el viernes debe ser el nuevo sábado.


Yo tengo una teoría que quizá no sea políticamente muy correcta, pero da igual, la voy a lanzar: los sindicatos no tienen fin. Piden unos derechos hasta que los consiguen. Y una vez conseguidos, no se conforman y piensan “bueno, pues ya está”. Porque han hecho de la reivindicación, su oficio. “Siempre hay algo que reclamar”.


Bien, pues yo he llevado esta teoría al extremo. Nos dan el viernes libre. Y luego, el jueves. Y el lunes también, que es un día muy malo. ¿Y por qué no el miércoles? También el miércoles. Claro, sólo quedan los martes. Los martes los dejamos. Pero lo que no vamos a perder son nuestros días de vacaciones, las fiestas nacionales, las autonómicas y las locales, que lógicamente las pasaríamos a los martes, porque cayendo en día no lectivo, lo lógico es pasar la fiesta al siguiente día laboral. 


Así que descansaríamos 365 días al año (salvo los bisiestos, que descansaríamos un día más).


La pregunta es ¿Realmente, qué pasaría?

Piensa en tu trabajo. Y con absoluta sinceridad, piensa en qué has aportado a la Humanidad. Olvídate del dinero. No pienses en lo que has ganado o en lo que has hecho ganar a otros, porque eso da igual.


Yo por ejemplo, llevo 27 años en un Estanco. Habría hecho que miles de personas no fumasen. Habría dejado de recaudar millones (sí, millones) de euros para el Estado. Pero desde el punto de vista que nos ocupa, nada de eso tiene ningún valor. La huella que dejará mi negocio es insignificante en la Historia de la Humanidad. Y como yo, podría asegurar que la gran mayoría de la población.


Al no trabajar, el Estado nos subvencionaría todo. Todo, que en realidad no es gran cosa, porque no tendríamos que adquirir más que lo básico. 


Da la sensación de que sólo la alimentación, la moda o la construcción son sectores útiles en este sistema. Pero cuidado, sólo hasta cierto punto. Es vital alimentarnos, pero no es necesario disfrutar de un Chateau Mouton Rothschild. Así que fuera las bodegas, la Alta Cocina y las chuches. Lo mismo ocurre con la moda o con la construcción. Una cosa es vivir más calentitos y otra, lucir un cárdigan de Prada o que suban y bajen las persianas solas en función de la posición del sol. 


Sigo con la distopía esta que he creado. Estamos de acuerdo en que sin Industria (de todo tipo) no habría progreso. Si elegimos no trabajar, se producirá un estancamiento. Pero tampoco pasa nada porque quitando los problemas de dinero (concepto que hemos despreciado de la ecuación), la gran mayoría de la población vivimos de puta madre. Me refiero a que dormimos calientes, desayunamos, comemos y cenamos, abrimos el grifo y sale agua, etc, etc. Ese tipo de tontunas que damos por hecho. 


Lo divertido de este ejercicio, me refiero ahora al mío de escribir, es que comienzo sin saber ni siquiera a dónde quiero llegar. Simplemente dejo fluir el pensamiento (os lo recomiendo, por cierto). Cuando comencé este post pensaba en la posibilidad de que todo el mundo viviéramos una vida contemplativa sin necesidad de dinero y sin tener que trabajar. Y si aún sigues ahí, me gustaría que dejaras de leer y pensaras con honestidad si ese “mundo ideal” podría llegar a existir. 


Yo lo he hecho. Y sinceramente creo que salvo cataclismo, sería imposible hoy por hoy. Pero sí creo que igual que hemos llegado a este punto, la deriva nos podría haber llevado a otros escenarios. Y ahí sí le encuentro cabida. 


Pero entonces, seríamos una especie animal más de la Naturaleza. Con nuestras presas y nuestros depredadores. No como ahora, que nuestro mayor depredador somos nosotros mismos.


¿Preferimos eso?

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